Mensaje de
diciembre de 2016
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios;
vas
a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre
Jesús.
El
será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono
de David,
su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no
tendrá fin.”
Lucas 1, 30-33
Diciembre nos encuentra en la celebración del Adviento, tiempo de gracia
para prepararnos para la Navidad y con ella, conmemorar el amor infinito de
Jesús, Quien se hizo uno de nosotros para enseñarnos el camino del amor como
una ruta de encuentro, de entrega, de perdón.
Jesús nos enseñó que amarlo es
amar al prójimo, pero no sólo a los revestidos de cualquier tipo de ventura,
pues Jesús se identificó con los pobres, con los marginados, los rechazados y
fue al encuentro de los pecadores para hacerles sentir su amor, ese amor que se
dona sin juzgar, que no opone condición, que perdona desde la humildad y la
perfecta compasión y a través de esa
experiencia, la conversión se sucedía inevitablemente; de ello dan cuenta
tantas historias contenidas en los Evangelios.
Refiriéndose a la Navidad, el
Hermano Pedro Orbezua, Visitador Auxiliar del Distrito
Antillas – México Sur, expresa:
En la
noche más hermosa –¿la más hermosa? – cuando las sombras oscurísimas llenaban
el universo –y nuestro interior más secreto y abisal– y una pizca de luz,
Jesús, se prende y crece e inunda los espacios siderales y asegura la
victoria del bien, la verdad y lo bello sobre el mal, el pecado y la muerte.
(Adviento, noviembre de
2016)
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Jesús es nuestra gran luz y
como nuestro hermano mayor –y Quien
más nos ama–, nos ha hecho partícipes
de ella. Es decisión propia hacerla resplandecer viviendo a ejemplo de Jesús o
permitir que poco a poco se opaque en nuestro interior. …Al final del día vale la pena preguntarnos: ¿he sembrado claridades o
he sido sombras y cultivado cizañas? (ídem)
Recordemos que como
Lasallistas, somos portadores de la gran esperanza obsequiada por Jesús una
noche fría, cobijado por el amor de José y María, adorado por los ángeles
y los más humildes; y como Lasallistas,
nos esforzamos cada día por ser testimonio vivo de fe, de fraternidad y de
servicio, porque en todo momento experimentamos la alegría de sabernos hijos de
Dios.
Conviene entonces recordar a
San Pablo en la Primera Carta a los Corintios (16,
13-14) en la
que exhorta: “Estad alerta, permaneced
firmes en la fe, portaos varonilmente, sed fuertes. Todas vuestras
cosas sean hechas con amor”.
Reciban un muy afectuoso y filial abrazo
de nuestra Comunidad de Hermanos, así como
nuestros votos para que esta Navidad, como sucediera con Zaqueo (Lucas 19, 1-10), llegue a nuestras casas la
salvación.
¡Muy feliz Navidad!
Hno. Ángel Ibarguren Aguirre
Director General