Mensaje de enero de 2017
Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su
justicia,
y todo lo demás se os dará por añadidura.
Mateo
6, 33
Cada
fin de año nos conduce, casi inevitablemente, a hacer un recuento del año que
languidece, sometiéndonos a una espiral de emociones suscitadas por las
experiencias vividas, tanto las que fueron gratas como aquellas que hubiéramos
preferido evitar; y generalmente, hacemos propósitos para que el año venidero
sea un mejor tiempo.
Pero, ¿cómo puede ser un mejor tiempo,
considerando que la mayoría de circunstancias en las que se desenvuelve la vida
de los pueblos es demarcada por las instancias que ostentan la hegemonía
política o económica?
Por ventura, todos poseemos la potestad
para hacer de la propia vida –en éste o en el más aciago
contexto– una experiencia
permanente de crecimiento, de felicidad, de unión fraterna entre los que nos
son próximos y con los más desfavorecidos en cualquier ámbito de la vida.
Los Lasallistas somos personas de fe;
por ello, nuestro universo posee la Luz que matiza la vida con el color de la
esperanza y cuyo aroma impregna nuestro sentir, nuestros anhelos, nuestro
diario vivir. Esa Luz se siente y se divisa porque alumbra
desde el corazón, porque lleva el nombre ante el que toda rodilla se dobla:
Jesús.
Es entonces una decisión personal
hacer de 2017 un gran tiempo para confirmar nuestros propósitos de crecimiento
espiritual, de reconciliación, de renovación en Cristo Jesús. Presentémosle
nuestros propósitos para este año que inicia, pidiéndole que aumente nuestra fe
y nos ayude mantener nuestro espíritu dispuesto porque el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fidelidad… (Gálatas 5:22)
Con
profundo afecto
Hno.
Ángel Ibarguren Aguirre
Director General
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